Estas normas de carácter social han de combinarse con una serie de principios técnicos para conseguir una mejora de la satisfacción del consumidor. Sin calidad técnica ni sostenibilidad ambiental, no es posible producir y destacar en el competitivo mercado presente, y una mala organización genera un producto de deficiente calidad que no sigue las especificaciones de la dirección. Ser respetuosos con el medio ambiente y satisfacer al consumidor permite que este repita los hábitos de consumo y se fidelice a los productos o servicios de la empresa, consiguiendo más beneficios, cuota de mercado, capacidad de permanencia y supervivencia de las empresas en el largo plazo. Toda mejora redunda en un beneficio de la calidad final del producto, y de la satisfacción del consumidor, que es a fin de cuentas lo que pretende quien adopta las normas como guía de desarrollo empresarial.